LA ENGAÑOSA
FUNDACIÓN DEL NEGRO FABIÁN DE URIBE.
En la segunda
mitad del siglo XVIII la zona aledaña a Camaguán contaba con numerosos hatos pertenecientes a
grandes terratenientes caraqueños; hacia 1.758 el hato El Alcornocal pertenecía
a don Pedro Vicente Blanco de Uribe (nombrado Vicente Blanco a secas) hijo de
don Antonio Alejandro Blanco y Ochoa y de Isabel Antonia de Uribe y Gaviola,
emparentado aquel con el antiguo propietario don Alejandro Pio Blanco, dueño de Guatarama. El Alcornocal,
nombre perdido hoy, se hallaba al sureste de la actual población de Camaguán y hato este que
tuvo mucha influencia en el poblamiento
del área. En este mismo año 1.758
contaba la posesión con 29 esclavos y 30 libertos, lo que nos va diciendo de su
importancia ,al año siguiente ya le
pertenecía a su primo el padre Antonio Alejandro Blanco Blanco de Uribe,
como se ve, entroncado por los apellido por los apellidos Blanco que llevaba,
costumbre muy de su tiempo; este sacerdote era hijo de don Pedro Vásquez de
Rojas y doña Isabel Antonia Blanco de
Uribe; pertenecían a la misma estirpe de doña María de la Concepción Palacios y Blanco, la madre del Libertador Simón Bolívar. Ya en este año
1.759 la posesión tenía 69 esclavos.
Otros hatos y pequeñas posesiones pertenecían a Juan José Carrizales; el de la
viuda Casilda Borges, quien fue casada con uno de los Araña de Calabozo; así en
el hato convivían con ella sus hijos Lucrecia, Pedro, Juan Francisco, María
Candelaria , Ana Marta, Juana Casilda, María Juliana, y José Lorenzo Arana
Borges, ; en Corralito dominaba don Juan Antonio Torralva( o Torrealba)
fundador de la estirpe en el área de Camaguán y quien era casado con doña
Antonia Martínez; el hato Las Animas, perteneciente a don José Antonio de Beroes (también
Veroes) y sus herederos ;Esta posesión
se encontraba al sureste y la llaman los documentos LAS ANIMAS DE BEROES; el
hato de Bermúdez, llevaba ese nombre por uno de sus ´propietarios, don Fernando
Bermúdez de Luna, casado con doña Juana Polinia Gamarra, natural de Parapara;
residían habitualmente en Calabozo donde mantenían en su hogar 7 esclavos y 7
Libertos.
Con esa
profusión de hatos grandes y pequeños, una notable producción de ganado, queso y corambre, aumentaron los
habitantes pese a la incomodidad de las inundaciones periódicas por el
desbordamiento de La Portuguesa y otros
caños y ríos, la plaga, las fieras, etc. en aquellos parajes. Esto hizo pensar
en la necesidad del establecimiento de poblaciones de indígenas. El pueblo más
cercano era la misión de Calabozo, muy al norte, mientras que a orillas de La Portuguesa,
del Apure, el caño Caracol, y San Andrés, deambulaban comunidades indígenas de
las variadas etnias a las cuales debía reducirse a centros poblados, como eran
las órdenes del rey a los misioneros. Ya Camaguán había fracasado dos veces y se hacía imprescindible en aquellas
soledades establecer una nueva misión desde donde se emprendiera, Portuguesa
abajo, el sometimiento y evangelización de las comunidades de la otra banda del
Apure y demás ríos :Cinaruco, Cunaviche, Capanaparo, Meta.
Entre quienes
deambulaban por esos territorios se hallaba un negro liberto que perteneció a
los Blanco Uribe y por ende llevaba el
apellido; Un día se le ocurrió fundar un pueblo en el sitio de Camaguán, para
lo cual hablo con un grupo de negros libertos, zambos y mulatos y cierta
cantidad de indígenas de los que merodeaban
en los alrededores y hacia la zona del rio Guariquito. Se presentó en
Caracas ante el Gobernador don José Solano y Bote, hombre progresista quien
acogió con beneplácito la idea del negro Fabián de establecer el poblado.
Ocurrió también ante el Previsor y Vicario General del Obispado encargado de la
iglesia venezolana quien también, de buena gana acepto la proposición y como
dice el prefecto de los capuchinos”…diose entero crédito al negro Fabián con no
poca admiración de los juiciosos y sonrojo nuestro, nombrándole por título en forma Capitán Conquistador y Poblador de dichas gentes; y creo que
suministrándole también algunas cantidades de dinero…..”
El negro
Fabián exigió a las autoridades civiles y eclesiásticas que no se nombrara un
misionero sino un cura secular y el Gobernador, de acuerdo con el administrador
diocesano designo al presbítero Juan Antonio de Urbina para cumplir el cometido de párroco del nuevo
poblado el 23 de enero de 1.768, con el título de “….cura de la nueva fundación
de Camaguán con el título de Nuestra Señora de la Merced y facultándose en
cuanto pudo facultarse…” El padre Urbina se puso en camino para cumplir el
cometido y el 20 de febrero 1.768 ya estaba en la quesera del hato El
arcornocal, a media legua del sitio de Camaguán, donde se detuvo a descansar el
camino fue duro, en pleno verano, cuando el sol afectaba más aquel cuerpo
ensotanado, no acostumbrado a tan altas temperaturas. En la noche se presentó
ante el Juan Ventura, capitán de los indígenas que había congregado en el
naciente pueblo, formado por el negro Fabián cuyo jefe con un asta en la mano”.
A manera de espontón...”, es decir, de lanza, traía una hilera de 13 indios,…”
con sus carcaces de flechas y sus arcos armados y apuntando hacia donde estaba yo con los que había
venido en mi compañía, pero luego que reconocieron que estaba yo allí y que
íbamos de paz apearon los arcos y a ejemplo del capitán besaron todos la
mano y me saludaron los ladinos y los demás se reían; yo los recibí con agrado
y les regale con un pedazo de tabaco que apreciaron mucho y como vieron al Capitán hicieron todos su
ceremonia de agradecimiento poniéndolo en la boca, trayéndolo al pecho e
inclinando la cabeza; y dándoles un tambor se despidieron haciendo su cortesía
con muestras de júbilo…” El padre Urbina con los claros del día siguió rumbo a
Camaguán sin columbrar lo que ocurriría después.
Los indígenas
lo recibieron con alegría, desplegados en dos alas paso el sacerdote por el
medio con sus arcos al hombro. Lo
acompañaron hasta el pueblo “…en donde me tenían compuesta una casilla con dos
cuartos y un corredor, dos tinajas de agua y una barbacoa con tablas con su
tarima de tierra para poner el altar…” Todos vinieron prontamente y le
solicitaron la bendición, oficio misa y en un sermón les señalo los mandamientos de la iglesia, sobre la vida
cristiana y les informo que el pueblo se fundaba por solicitud de ellos mismos
y por eso estaba allí “.… y entregándole un bastón a Juan Ventura que es el
capitán, le encomendé el gobierno del pueblo, saca de los indios y celo de la
honra de Dios ,dándolo a reconocer para capitán y ayudando a mis dependientes
al acomodo de mis trastes, me regalo unas velas y me dio de comer dos días…” El
propio padre Urbina levanto una matrícula o censo de los indígenas que encontró
en ese pueblo establecido de Nuestra Señora de las Mercedes de Camaguán; eran
un total de 50 de diferentes parcialidades: Guires, Guamos, y Atapaimas que habían venido de Camatagua,
de reciente fundación; Cabruta; y de Barinas y a los cuales se unían varios
negros y zambos.
Urbina
continua en su carta al Obispado de Caracas”…al siguiente (día) que fue el veinte y dos, a la una de la tarde
salió (Juan) Ventura en una canoa con dos indios, dos indias, y una samba a la
(roto)de un tal Capitán nombrado Tomas , que había enviado aviso para que
fueran por él y su gente y siguieron su derrota a la boca de Guariapo y rio de Apure
y hoy hace nueve días que no han venido; no sé en que parara pero quedo con el
cuidado de dar noticia a V.S.I. de la resulta de este viaje y de lo demás que
ocurra. Lo que sobremanera me molesta es
haber hallado aquí nueve esclavos cimarrones y entre ellos dos muy malvados y
dos amancebados sin poder deliberar cosa alguna por la presencia del Capitán y
porque los indios y porque los indios no
se alboroten si los expresados tuviesen algún atrevimiento; ellos la dan el
nombre a este sitio del Amparo Real y
dicen que ha venido a buscar la vida al abrigo de su taita Fabián: vea S.S.
Ilustrísima entre que canalla estoy metido, sin tener puerta en la casa, más
que un cuero con que se tapa de noche el
boquerón que ha de servir o sirve de entrada; La Libertad que tienen aun cuando
hablan, da bien a entender lo desalmado que viven. El Hermenegildo, de don
Domingo Monasterios, que es uno de los peones y de los que están amancebados me
dijo que había siete años que no se confesaba y que por descargar la conciencia
había ido el año pasado y que le había dicho mil embustes al padre, pero el más
famoso es un tal cachicamo a
quien casi todos le temen; es de don Domingo de Tovar; su nombre es Juan; este
no se ha presentado ni yo lo he visto, vive en el pueblo, pero es voz común que
no está amancebado…”
Es tajante el
padre Urbina cuando refiere a la superioridad que “…esto es una Ginebra…”, que
el pueblo puede ser “razonable” como lo demuestra el mapa que le incluía “…pero
la subsistencia de los indios nada me atrevo a
afirmar, porque ellos son naturalmente inconstantes y voluntariosos;
pero Dios puede usar de su misericordia
y dando su ayuda espero se conseguirá el
fin por la intercesión de la virgen María de la MERCED, bajo cuyo patrocinio tengo
puestos los indios, fundación del pueblo y buenos progresos que me prometo,
fundación del pueblo y buenos progresos que me prometo tener en todo y ayudado
de S.S.I. de cuya generosidad confió aprobara la elección de tan digna patona y
no se olvidara de este su menor súbdito….”
El Juan
Ventura, jefe de los indígenas de Camaguán era de la etnia mapoyo, bautizado
cristiano en la misión de Cojedes, viudo de la india Ignacia, nativa de Cabria,
fallecida en Cabruta; había vuelto a casar con la india Juana María, india
Guama y tenía un hijo, José Ignacio. Era el verdadero cacique fundador de N.S.
de las Mercedes de Camaguán, nombre y advocación antiguos.
Un día, el
padre Urbina es testigos de ciertos
movimientos que le parecen extraños y no deja de informarlos al encargado del
obispado. Quizás haya sido el mismo día o poco después del informe citado
anteriormente, porque la carta no tiene fecha, pero todo nos hace presumir que
no sea muy lejana de la otra y hasta coetánea, a manera de post-scriptum: “…Hoy
día de la fecha a las a las siete de la noche han llegado las canoas para los
que fueron a buscar; huyeron de unos hombres que vinieron de Cabruta a cortar y
aserrar madera junto a donde ellos estaban y encontraron solos los ranchos.
Fabián me dijo que un negro de don
Sebastián Sánchez le dio la noticia de
que se habían retirado a la culata de las tierras del Alcornocal para
el sitio que llaman Guatarama, no sé qué verdad sea; pero dice que va mañana o
pasado mañana por tierra a ver si es cierto…”Era muy nervioso el padre Urbina.
Recelaba de todos además que no gustaba del lugar, del calor, y la plaga. Todo
tubo su final. En abril siguiente salió despavorido el sacerdote cansado de los atropellos del
negro Fabián; lo acompañaban 31 indígenas que dejo a pocas leguas de Camaguán;
eran guahibos. El siguió a Caracas a consignar la denuncia ante sus superiores
y contra Fabián quien fue detenido y sumariado en Caracas donde pago cárcel. No
sabemos del contenido del expediente. Dice
un informe ya citado “,,,,el negro Fabián bien asegurado en la cárcel de
Caracas, por resultas de la sumaria, que se le formo ;y cuyo cumulo de delitos
constante en ella a publica voz y fama, no pudieron haberse ignorado, si
hubieran precedido los debidos informes y exámenes, que en materia de tanta consideración
se dieron a conocer, por tan de bulto….”
Nuevamente se disolvió
el pueblo al faltar el guía espiritual. Los indígenas que trajo el sacerdote
fueron llevados a Guardatinajas, que estaba en proceso de fundación también. Las
comisiones que se enviaron tras ellos solo alcanzaron a aprender 26.
Pero se había notado
la importancia de la estructuración de Camaguán desde el punto de vista del
avance misional y colonizador sobre el Apure. No podía cejarse en la fundación y
ya el 24 de septiembre 1.768 el Prefecto de las misiones, de común acuerdo con
el Gobernador de Venezuela don José Solano y Bote, designo a un nuevo misionero
para fundar por cuarta vez a Camaguán.
La Humildad y
Paciencia de Camaguán.
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