Especial Bicentenario
La Batalla de Pantanero y la Libertad…pero no tanto
Miércoles, 12 febrero 2014
Por Editor Redacción - El Clarín
Fuente Germán Fleitas Nuñez | En La Victoria siempre se
pelea dos veces y hasta más. En 1812, después de su derrota, Monteverde reataca
para ser derrotado nuevamente. Igual pasa en 1814. El 13 de febrero Boves
reataca por Pantanero, la entrada sur del pueblo, en busca de una nueva derrota.
Vicente Campoelías y José Jugo comandan cuerpos de
infantería y caballería respectivamente. El contacto se produce al amanecer del
domingo en el cerro y en el camino que conduce a Zuata. Esta vez la derrota es
más rápida y en su huida, los enemigos dejan armamento, artillería, municiones,
equipaje, madrinas de caballos y ganado en pie.
Las fuerzas patriotas pierden a un Capitán del Batallón de
Valerosos Cazadores; a quien la muerte había respetado por mucho tiempo. Al de
cien batallas que en Araure con ochenta soldados tiene la osadía de atacar al
ejército combinado de Yáñez y Ceballos, compuesto de tres mil hombres. Era
tocuyano y se llamaba RUDESINDO CANELON.
Libertad si…pero no tanta
Ribas era un revolucionario. Comprendió desde un principio que
no bastaba con la independencia sino que hacía falta además una revolución.
Pertenecía a la alta aristocracia terrateniente pero eso no le impidió
presentarse el 19 de abril como representante… de los pardos. Usaba un gorro
frigio, símbolo de los revolucionarios más radicales. En los albores de la
Primera República encabeza una rebelión de negros y esclavos y luego se encarga
de dirigir manifestaciones populares que provocan su expulsión del país. Lucha
desde un comienzo por la abolición de la esclavitud y en esto se adelanta al
propio Libertador. Su actitud antiesclavista fue rechazada por muchos
“revolucionarios” de su época. No hay que olvidar que algunos de los
libertadores seguían teniendo esclavos hasta 33 años después de la Batalla de
Carabobo y 44 años después del 19 de abril.
Consciente de que había que incorporar a las grandes masas
populares a la lucha, Ribas solicita que el ejército de estudiantes,
seminaristas y soldados que lleva a La Victoria, sea reforzado con trescientos
esclavos de los que se encuentran en Caracas.
Así lo solicita al Cabildo. El catorce de febrero, cuando
todavía no se han apagado los fuegos en nuestra ciudad, el ayuntamiento
resuelve negar la solicitud en los siguientes términos:
“La municipalidad ha meditado sobre el proyecto que propuso
el señor gobernador militar de remitir a reforzar nuestro ejército de La
Victoria el número de trescientos esclavos de los que se hallan en esta
capital, y ha recordado dos razones poderosas que impiden se lleve al cabo esta
medida.
Uno de nuestros comandantes del llano para contrarrestar al
mismo bandolero Boves, que con esclavos alhajados con el cebo de la libertad
había aumentado su pandilla, se resolvió a usar de algunos esclavos
convidándolos a que se incorporaran en nuestro ejército bajo la promesa de la
libertad.
Esta determinación, de que posteriormente dio parte el
comandante a su excelencia el Libertador, fue absolutamente desaprobada por
este supremo jefe. Creemos, pues, que aún no haya variado de este modo de
pensar y que del mismo esté el señor comandante general que manda el ejército
de La Victoria, pues si no fuese así habrían ya aquellos jefes usado de los
esclavos que hay en el partido de Valencia y de los que hubiesen podido de los
valles de Aragua.
No sabemos que hasta ahora se haya tocado esta medida, la
cual tiene también otros varios inconvenientes como es el de que los demás
esclavos, acaso creyendo que sus compañeros que marchen al ejército van a
obtener su libertad, aspiren a esto mismo y de aquí resulte se disgusten y
piensen en ir a buscar el ofrecimiento casa del enemigo. Estos fundamentos nos
obligan a decir a vuestra señoría que conviene más echar mano de todos los
hombres libres que todavía no faltan en esta capital y sus pueblos inmediatos,
absteniéndonos por ahora de adoptar la medida expresada, en el concepto de que
este cuerpo, es decir, todos sus individuos se ofrecen al gobierno para salir
al ejército siempre que se estime necesario. Vuestra señoría hará de estas
observaciones el uso que crea conveniente a la salvación de la patria, que es
el principal y único interéz de esta corporación. Dios, etcétera. Caracas,
catorce de febrero de mil ochocientos catorse”.
Prefirieron los ilustres cabildantes ofrecerse como soldados
antes que correr el riesgo de enviar a los esclavos. Pensarían que buena es la
libertad…, pero no tanta.
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