Hace medio siglo, mi pueblo, Camaguán, era netamente pecuario. Los niños no veíamos otra cosa que el hombre a caballo, con su sombrero alón, su cobija de pelo y su soga, el ordeñador y la vacada, la transhumancia, la estampida y la doma. Habitado casi en su totalidad por familias descendientes de andaluces y canarios, era ambiente propicio para el verso octosílabo, que escuchábamos desde la alta madrugada hasta bien entrada la noche: en el canto de la vaca de patio, en las tonadas de arreo, en el velorio de cruz, en el joropo y el pasaje.
Conversando una vez con un familiar mío, éste me dijo: " La poesía es un arpa maravillosa que fabricó Dios con miles de cuerdas.... a cada poeta le asignó una de ellas "Tu..."cañi" - asì me decía desde la infancia - sigue escribiendo tus romances y tus coplas; ¡Pero escribe, porque te estás flojeando! Y empezó a palmotear suavemente y a canta mas suave aun, con aire de bulería, una de mis redondillas:
La copa del josefino
parece una llamarada
parece una puñalada
que le dieron al camino.
Eso fue en la República del Este. Su nombre: JUAN BEROES.
Cuando regresé a mi casa, tenia la firme intención de producir este libro. Solo me falta decirle a JUAN que he brindado por él y que le he cortado las dos orejas y el rabo, al toro de la desidia.
G.F.B
Caracas 1979
En este libro, publicado en 1979, el autor nos pasea por los distintos tipos de versos y estrofas de cuatro versos. Se detiene especialmente en la copla llanera y las distintas formas en que los versos pueden enlazarse. De naturaleza fresca y liviana, estas coplas hablan del sentir de un hombre que aunque vino a vivir a Caracas, dejó su corazón en el llano.
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