"Este no es el pueblo que se negó a morir como dicen algunos, sino por el contrario, el pueblo que siempre luchó por sobrevivir. La prueba está en que lo fundaron varias veces y lo despoblaban y lo volvían a fundar y aquí está.
Primero fue en 1690, hace 315 años, un pueblo misión que se llama San Buenaventura de Camaguán, fundado por Fray Ildefonso de Zaragoza y Fray Buenaventura de Vistabella. La creciente y la inundación los corrió y desapareció el pueblo. 59 años después Fray Antonio de la Higuera lo refunda y nuevamente el río los hace salir. 20 años después, en 1768, el negro Fabián de Uribe, reúne a la gente y gestiona ante la iglesia y se funda Nuestra Señora de la Merced de Camaguán; esta vez quienes los corren son los indios. Por último, un fraile andaluz llamado Tomás Bernardo de Castro, funda a la Humildad y Paciencia de Camaguán, el pueblo actual. Su nombre debe figurar en sitio de honor, en el templo.
En Camaguán, con la presencia de diferentes grupos autóctonos, muchos negros y muchos españoles, se produce una mezcla total de sangres, fablas, cultura, religiones, cantos, que van a dar origen al hombre venezolano. Vienen los tres largos y silenciosos siglos del mestizaje.
Primero fue descubrir la tierra: valles ríos, lagos llanuras inmensas y solitarias; una vegetación desconocida, animales exóticos; un verdadero mundo nuevo. Luego conquistarla a punta de espadas y cruces; pólvora y oraciones. La conquista de la tierra no fue tan dura ni tan peligrosa como la conquista de sus habitantes. Después fue poblarla: siembra de hombres y siembra de pueblos. Y durante todo el tiempo la mezcla creadora del pueblo.
Españoles con indios, negros con españoles, indios con negros, guitarras con tambores, maracas con zambombas, panderetas con quenas, oraciones, ensalmes, conjuros, guajiros con andaluces y con negros mandingas, guaiqueríes y jiraharas mezclados con canarios, castellanos con luangos, africanos con caribes, maremares con fandangos; la tristeza india con la sangre caliente de los negros y el rasguear de guitarras con maracas y tambores y al final: galerones, fulías, décimas jotas, lloras, polos, él “cuatro” y sobre la tierra el hombre nuevo; todos los camaguaneros son café con leche; unos más leche y otros más café; y en el aire: el joropo que era, hecha sonidos, el alma nacional. Años después pudo decir Bolívar que no éramos ni indios ni europeos ni sino un crisol de razas, una nueva raza sobre la faz de la tierra." Fragmento del discurso pronunciado por Germán Fleitas Nuñez, con ocasión del aniversario de la elevación de Camaguán a su condición de municipio (05/01/05)
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