En la tierra de los esteros, en Camaguán, nació Germán Fleitas Beroes. Desde niño tuvo ante su vista el paisaje imponente del llano. El mismo confiesa que en su pueblo todos eran pastores que andaban desde el amanecer con la copla en los labios. Fleitas Beroes nació, por obra y gracia de la naturaleza, trovador. Él mismo, en vez de vanagloriarse como muchos con el ostentoso calificativo de poeta, ha preferido con modestia, quedarse en el estadio de coplero. Ha compuesto versos desde muy niño, porque como él explica: En Camaguán “los niños no veíamos otra cosa que el hombre a caballo, con su sombrero alón, su cobija de pelo y su soga. El ordeñador y la vacada, la trashumancia, la estampida y la doma. Habitado casi en su totalidad por familias descendientes de andaluces y canarios, era ambiente propicio para el verso octosílabo, que escuchábamos desde la alta madrugada, hasta bien entrada la noche: en el canto a la vaca de patio, en las tonadas de arreo, en el velorio de cruz, en el joropo y el pasaje” Así se desarrolló la vocación de cantor de llano, permanente en Germán Fleitas Beroes. Un día sus cantos salieron a todos los rumbos de Venezuela, unidos a los acordes del arpa. Su nombre se asoció al de Juan Vicente Torrealba. Sus pasajes de genuino sabor llanero, de impecable ritmo y ancestro guariqueño, empezaron a recorrer todos los rincones de la patria. El nombre de Fleitas Beroes, voló en alas de la fama ¿Quien no se deleitó en aquellos días románticos de los años cincuenta con los versos y las melodías, que impusieron a lo largo y ancho del país, Los Torrealberos? Allí estaba el mensaje que no muere de Germán Fleitas Beroes. Sus versos de coplero los ha echado al viento. Y necesitaban música. Ellos, como el cantar de las palmas, como el rumor de los morichales, como el melancólico grito de la guacaba, como el suave piar de las garzas, pertenecen al alma de la llanura. Allí están, impertérritos. Son como monumentos hechos de palabras. Veamos algunos:
La copa del josefino
Parece una llamarada
Parece una puñalada
Que le dieron al camino
O aquellos otros:
Mata gorda no es tan gorda
Ni EL Baúl tan embaulado
Ni Palo Seco tan seco
Como me lo han ponderado
En Guayabal no hay guayabas
Ni manteca en Mantecal
Ni carbón en Los Tiznados
Ni camas en Camaguán
Pero siempre la nota lírica está presente en las mejores coplas de Fleitas Beroes, como sucede en ésta:
Ceniza la mañanita
Parda la noche cayendo,
Blanca la garza chusmita
Roja la sabana ardiendo
Serian interminables las citas que podrían hacerse de los octosílabos ingeniosos y vibrantes de Germán Fleitas Beroes. Después de un largo silencio, en 1979, publicó en forma muy modesta, lo que él llamo Cien Coplas. En esta última cosecha, la de la madurez, está presente el poeta de los esteros, el guariqueño que ha hecho canto la tierra en la infinidad de las distancias
Pedro Díaz Seijas/ la viva presencia del Guárico
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